La Dra. Montessori tenía formación en diferentes ámbitos como Medicina, Psicología, Pedagogía, Biología, Psiquiatría, Filosofía y Antropología, lo que le aportó una visión global para crear su método basado en observaciones reales de los comportamientos de los niños.
Recordemos que el método nace en el siglo XX, en un contexto en el que los métodos pedagógicos eran muy conservadores. Hoy en día, los principios Montessori nos parecen evidentes, pero en su momento levantaron grandes controversias debido a la innovaciones que planteaban.
En los últimos años hemos visto un auge del método y cada vez son más utilizados sus principios en los ámbitos educativos. Podría decirse que se ha puesto «de moda», entre otras cosas, por ser la metodología de educación que han elegido para el príncipe George (hijo del príncipe William y la duquesa de Cambridge).
Claves del método Montessori
1) Curiosidad
Los niños son curiosos por naturaleza. Es importante, tal vez lo más importante, que los niños sientan motivación por aprender. Motivación basada en la curiosidad por aprender del mundo que les rodea.
Hay que dejarlos que experimenten por ellos mismos el placer de descubrir y aprender de sus propios descubrimientos en lugar de recibir los conocimientos de los demás. Mantener siempre en marcha el motor de la curiosidad les permitirá descubrir y asimilar conceptos de forma natural.
Nuestra labor será fomentar su curiosidad innata y dejarlos que descubran y aprendan por sí mismos, aunque se equivoquen.
2) Mente absorbente
Eso de que «los niños son esponjas» es uno de los principios básicos de la filosofía Montessori, la mente absorbente. Aprenden inconscientemente, sin saber que están aprendiendo realmente, así como aprenden espontáneamente a gatear, a caminar, etc.
Aprenden de sus vivencias, del ejemplo, de la naturaleza, de lo que tocan, de las personas que les rodean… Aquello que interiorizan inconscientemente pasa a la conciencia en forma de enseñanza.
Sólo hay una diferencia: que la esponja tiene una capacidad de absorción limitada, mientras que la mente del niño es infinita. El saber entra en su cabeza por el simple hecho de vivir.
3) Ambiente preparado
¿Qué es esto del ambiente preparado? Se trata de que el niño necesita un entorno favorable para su vida. Al ser básicamente un aprendizaje autoridigido por el mismo niño, sin la supervisión del adulto, es importante que se le ofrezca un ambiente que favorezca ese aprendizaje. con elementos ordenados de una forma natural, no forzada, donde la repetición y la armonía sean una norma para que él pueda elegir los que más le interesen en cada momento. Debe haber espacio para el movimiento y para el desarrollo sensorial del niño a través de materiales que le inviten a descubrir.
El ambiente preparado se basa en la simplicidad, la belleza y el orden. Deben ser espacios luminosos y cálidos, que incluya plantas, arte, música y libros. Pero no sólo se trata de un ambiente físico, sino de crear un entorno familiar que les permita crecer con alegría.
“Sembrad en los niños ideas buenas, aunque no las entiendan; los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y de hacerlas florecer en su corazón.”
María Montessori
4) Períodos sensibles
Los períodos sensibles son períodos de edad en los cuales el niño tiene mayor facilidad para adquirir ciertas habilidades particulares sin apenas esfuerzo. Es decir, cuando el interés del niño se focaliza instintivamente a una parte específica de su ambiente.
Tienen una duración limitada, no vuelven a repetirse por tanto es importante fomentar esas habilidades (el lenguaje, la lectura, el movimiento, las habilidades sociales, el orden, etc.) en el momento adecuado aprovechando al máximo sus posibilidades.
La mejor forma de detectar sus períodos sensibles es observar atentamente sus comportamientos, viendo cuáles son las actividades que realiza de forma repetitiva, dónde tiene focalizado el interés. En base a eso, refuerza el entorno que le permita desarrollar libremente esas habilidades.
5) Autonomía
Les hacemos un enorme favor si dejamos de hacer todo por ellos y les dejamos ser autónomos para que puedan crecer . Establecer pequeñas responsabilidades, tanto personales como en casa como lavarse los dientes, poner la mesa, atarse los zapatos…
6) Dale libertad para aprender
La libertad le permite al niño elegir lo que quiere aprender en cada momento de su desarrollo, de acuerdo a sus propios períodos sensibles de los que hablábamos antes.
Debemos permitirles que sean libres para explorar, jugar, moverse y socializar a su ritmo. Libertad no significa libertinaje. Facilita un entorno para que el niño experimente su libertad dentro de un marco de límites claros que le aporten seguridad y estabilidad.
Ya hemos hablado en alguna ocasión de la importancia del juego libre en la infancia. El juego libre y espontáneo surgido a partir de la propia curiosidad e iniciativa del niño. El juego sin límites ni directrices.
Hay investigaciones centradas en el juego libre que aseguran que las personas que tuvieron tiempo libre para jugar de forma no estructurada de niños, se convierten en adultos con una mayor autoestima y capacidad de adaptación.
«El instinto más grande de los niños en precisamente liberarse del adulto»
María Montessori
7) Ofrécele un entorno ordenado
El orden es muy importante teniendo en cuenta que la filosofía Montessori se basa en el autoaprendizaje. El niño aprende solo, por tanto debe estar contenido dentro de un entorno ordenado que le facilite ese aprendizaje.
No hablamos de un orden obsesivo, ni de un orden que controle al niño, sino de que cada cosa tenga su sitio, y que si necesitan algo tengan la seguridad de que en ese sitio lo encontrarán. El orden hace que su entorno sea previsible y le da confianza para aprender. La simplicidad, la limpieza de espacios y la accesibilidad son clave para fomentar el desarrollo del sentido del orden.
8) La naturaleza
El contacto con la naturaleza les brinda todo un mundo por descubrir y un gran campo de juegos para aprender.
El medio natural es el entorno donde los niños descubren y exploran libremente sin necesidad de nada más, es algo que no puede ser sustituido por la tecnología. Observan el ritmo de la naturaleza, el comportamiento de los animales, los insectos y aprenden a ser responsables con el entorno.
«El niño, guiado por un maestro interior trabaja infatigablemente con alegría para construir al hombre. Nosotros, educadores, sólo podemos ayudar… Así daremos testimonio del naciomiento del hombre nuevo»
9) Guíalo, pero no lo dirijas
El adulto, tiene la responsabilidad de guiar al niño y darle a conocer el ambiente en forma respetuosa y cariñosa. Ser un observador consciente, aportando las herramientas necesarias para el aprendizaje, pero sin interferir.
El respeto hacia sus necesidades y sus propios ritmos es básico para que el niño se desarrolle libremente, sin forzar ni dirigir.
El ejemplo que les demos será inteiorizado y aprendido.